Reseña crítica: Lee Si-Mok (Lee Ye-Chun) está a bordo de un taxi hasta que se da cuenta de que va en contra de su voluntad y desea bajar. El chofer le explica que por el momento no va a ser posible debido a que, afuera, en el bosque, hay almas perdidas que pueden ser dañinas. Si-Mok observa por la ventanilla y, efectivamente, observa unas muchachas con camisones blancos correteando a lo lejos, por entre los árboles. Al llegar a destino, Si-Mok entra en una galería de arte en que se exhibe un solo cuadro, que resulta ser un retrato de su antigua esposa (Do Geum-Bong), fallecida diez años atrás. A partir de este hecho, Si-Mok encuentra al artista que pintó el cuadro y es testigo de su asesinato por parte de una misteriosa mujer de la que solo percibe sus pies. Más tarde, Si-Mok se topa con el mismísimo cadáver incorrupto de su esposa, llevándoselo al consultorio de su médico de confianza, quien no da crédito a lo que escucha a través de su estetoscopio. Será el comienzo de una auténtica odisea que nunca da respiro, con el fantasma de la mujer atacando al médico y a toda la familia de Si-Mok. Desde luego los motivos nos son explicados a través de un extenso flashback promediando la hora de proyección, pero llegados a este punto, el espectador tal vez haya renunciado a tomar en serio una trama tan enloquecida y delirante para dejarse llevar por la exposición de una increíble cantidad de subtramas que funcionan como excusa para numerosas escenas terroríficas, algunas de justificado gusto expresionista. Evidentemente influído por el cercano cine japonés de horror, este cine coreano exhibe una importante cantidad de temas y lugares comunes del género: gatos negros, posesiones, espíritus que secuestran menores de edad, sexo, celos, religión, crímenes pasionales, maldiciones post-mortem y violencia. A pesar que el director, Lee Yongmin, se maneja con un presupuesto menor, saca un inmenso partido de los actores y de los exiguos escenarios, acertando en crear climas ominosos en numerosos pasajes utilizando la cámara como punto de vista del personaje. En este apartado encontramos un lazo válido entre el terror coreano y el terror mexicano, ambos con tramas netamente adolescentes pero con elementos visuales y cinematográficos maduros y una dinamicidad narrativa que muchos directores occidentales envidiarían. [Cinefania.com]
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