DVD:
1.
Universal Noir Collection: Criss Cross Universal Home Entertainment (06/07/2004)
Reseña crítica: Thompson (Burt Lancaster) es un olvidado de la buenaventura irremediablemente a los pies de su ex mujer, Anna (Yvonne De Carlo), actual esposa del siniestro Slim Dundee (Dan Duryea calzándose un rol a la medida de Richard Widmark), jefe de una banda de delincuentes. Empleado en una empresa de transporte de caudales, Thompson debe conducir el camión que sabe va a ser asaltado por Dundee y los suyos, con quien compartirá el botín a medias. Durante el viaje de cuarenta minutos trata de relajarse haciendo un racconto mental de como llegó ahí y la excusa es ideal para un extenso flashback que coptará ¾ de hora. De regreso a su ciudad natal Thompson frecuenta, sin quererlo, los mismos lugares donde compartió momentos dichosos con Anna, de quien se divorció dos años atrás. Y como tanto va el cántaro a la fuente, al fin la encuentra en un bar (su pareja de baile es Tony Curtis, en su innominado debut cinematográfico) en una memorable secuencia de música tropical. A pesar que Anna está saliendo con el citado gángster, se muestra interesada en verse con Thompson y basta eso para que intente de nuevo formar una relación con ella. Una noche en ese bar mientras la espera, Thompson se entera por boca del barman (el menudo Percy Helton) que Anna ya no irá a la cita ya que se marchó a Detroit luego de casarse con Slim. La sorpresa lo deja mudo y en vez de tratar de vivir su propia vida comienza a alimentar resentimiento. Las vueltas del destino llevan a que se produzca un nuevo encuentro fortuito, en las afueras de una estación ferroviaria. Anna se muestra distante y, tras algunas idas y vueltas, confiesa que fue el teniente Ramirez (Stephen McNally) que, en un intento de proteger a su amigo Thompson, la coaccionó para irse de la ciudad. Automáticamente esto revierte el resentimiento en ciega fascinación así que cuando es sorprendido por Slim y sus hombres, Thompson les propone el gran golpe: asaltar el carro blindado que él mismo va a conducir. Los últimos veinte minutos de metraje imponen un creciente clima de aprehensión cebado con mano maestra por el director Robert Siodmak en pos del atraco propiamente y la fatídica huida de Thompson, no de la policía sino de los propios ladrones. La ausencia de resquicios en este discurrir narrativo hace que se nos escape reparar en la evolución psicólogica y las motivaciones de la pareja protagónica. Anna ¿es una víctima o una calculadora? ¿Cuál es el nivel de manipulación que ejerce sobre su aún enamorado ex cónyuge? ¿Por qué tanto interés del policía por alejar a su amigo de la mujer fatal? La idea del atraco al camión blindado surge de Thompson como una excusa para encontrar el momento de huir con Anna. ¿Cómo se le puede ocurrir semejante idea a él siendo algo que ni siquiera a los ladrones se les pasaría por la cabeza? No se percibe mucha fundamentación ni coherencia en las decisiones de estos personajes. Pero terminan siendo detalles menores debido a que el film es un magistral ejemplo de noir, con su pesimista relato en off, la permanente presencia de la ciudad como escenario del drama que, como contraste, se resuelve en una cabaña junto al mar, la incuestionabilidad del sino ("Estaba en las cartas o era el destino... o una maldición, o como quieran llamarlo" reflexiona en off el malhadado Thompson). Cada ingrediente vertido en dosis sabias para confluir en un desenlace negrísimo. Tan oscuro como el negro absoluto de la noche que se ve por la puerta de la cabaña desde donde, dificultosamente con un bastón (debido a haber sido herido en el atraco) surge la muerte inexorable encarnada en Slim. [Cinefania.com]
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