Reseña crítica: Le presentamos a Monsieur Hire (Michel Blanc en sensible caracterización), un sastre de barrio, calvo, de contextura débil, enclenque, que vive solo su apartamento. Hire además de cuidar amorosamente a una docena de hamsters, se dedica obsesivamente a observar por la ventana todo lo que acontece a sus vecinos. El voyeurismo requiere, para llevarse a cabo de manera aceptable, de un afinado sentido de la vista y aptitudes naturales para la observación. El observador, deducimos, culmina su acto al satisfacer su curiosidad. En cambio el voyeurista, siempre insatisfecho, se mantiene firme en su puesto a la expectativa de nuevos hechos para observar. Hire parece no tener otros problemas urgentes que atender, ni tampoco hinchazón de los pies, siendo capaz de estar parado durante horas mirando fijamente todo lo que se puede ver y elucubrar a través de la ventana de su vecina, la bella Alice (Sandrine Bonnaire). Un relámpago ilumina la noche y ella se percata del rostro pálido de Hire apoyado en la ventana opuesta a la suya. A partir de ese momento comienza a mostrarse deliberadamente, cada vez que se desviste o durante las fogosas visitas de su novio Emile (Luc Thuillier). ¿Será sólo una táctica para contrarrestar la intromisión visual de Hire en su vida? Esto no es todo. También hay un detective de policía (André Wilms) que sospecha de Hire como el asesino que recientemente se ha cobrado como víctima una adolescente. El vecindario también cree que Hire es un degenerado, con lo cual se va configurando como culpable perfecto. Más que en las posibilidades de suspenso o en el misterio del caso, la película se centra en la personalidad de Hire, y salvo puntuales interludios de la joven pareja de novios, percibimos la trama a través de sus ojos. Tal vez por esa razón es que esta versión de "Les Fiançailles de M. Hire" (1933), novela de Georges Simenon, sea en todo sentido m??s suave que aquella de posguerra, PANIQUE (Pánico-1947) de Julien Duvivier, en que el personaje de M. Hire era encarnado por un memorable Michel Simon. Dentro de esta suavidad, la película discurre con interés y ofrece varios hallazgos visuales. El director Patrice Leconte acierta en transmitir el universo perceptivo de su protagonista, no solo permitiendo el lucimiento de Michel Blanc, sino también desgranando las varias capas que cubren la complicada psicología del ser humano. [Cinefania.com]
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