Reseña crítica: Seis meses atrás, el matrimonio conformado por Jeanne (Emmanuelle Béart) y Paul (Rufus Sewell) perdió a su pequeño hijo durante el tristemente célebre maremoto que baldeó las costas de Indochina dejando secuelas ambientales y familiares. Desde su inicio se plantea una interesante tónica que consiste en que, a través de imágenes o secuencias completas, el director Fabrice Du Welz simboliza ideas, conceptos y horrores. Los títulos de crédito, por ejemplo, tienen de fondo una perturbadora secuencia submarina en que sólo se ven burbujas que pugnan por subir a la superficie; conjuntamente con el audio, un sonido chirriante y sobrehumano, es una válida impresión del horror del tsunami, sin recurrir a escenas de archivo ni a miniaturas. Tomando este código como válido para el resto del filme, la escena en que ella le muestra un par de zapatillas evidentemente pertenecientes al hijo desaparecido, aluden al trauma no resuelto. El resto de la trama va generando una intriga sostenida, primero con una proyección fílmica para ricachones humanistas en que Jeanne cree reconocer a su hijo. La certeza de que aún está con vida, la lleva a convencer a su marido de internarse en la sórdida noche de Bangkok y buscar a cierto mafioso (el músico pop Petch Osathanugrah) para que le introduzca ilegalmente en Birmania, donde supuestamente ha sido abducido el niño. El viaje, fluvial, dará momento para la crisis conyugal, el potencial adulterio, la insinuación de ritos abominables, la abyección de los lugareños y la explicación del título del filme: un "Vinyan" es un alma errante, que parece no estar muerta pero tampoco viva. Luego de numerosas idas y vueltas, secuencias oníricas, sospechas, falsos niños y más escenas oníricas, la pareja toma tierra en una miserable aldea abandonada. Al igual que en APOCALYPSE NOW (1979), alejarse de la embarcación que los lleva por el r??o implica perder el contacto con el sano juicio, con la razón, con todo lo que es civilizado. El relato también termina perjudicado, cediendo la lógica interna de la psicología de la relación de la pareja para dedicarse a los soberbios hallazgos visuales, mérito de Du Welz y también del director de fotografía Benoit Debie. Se trata del último grito del terror francés, que consiste en anular la coherencia de la trama en el último rollo de película. En HAUTE TENSION (Alta Tensión-2003) y À L'INTÉRIEUR (Adentro-2007) Alexandre Aja y Alexandre Bustillo, respectivamente, salían indemnes del desafío debido a las taquicardias que previamente habían generado; VINYAN, en cambio, termina estando mejor filmada que contada. [Cinefania.com]
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