Revenge of Frankenstein
(La Venganza de Frankenstein - 1958)

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Artículo de Alberto Fuente (caguenross@yahoo.es)
Publicado originalmente en el sitio dedicado a Terence Fisher

En realidad es la risa de una mujer en un bar. Un hombre pide dos copas de vino e intenta convencer a un amigo (Michael Ripper) para que le acompañe a realizar un trabajo. El hombre espera cobrar diez marcos aunque el médico le aconsejó que no abusara de su corazón. Al escuchar que son diez marcos el amigo se anima, a desenterrar un muerto.
De noche en el cementerio, mientras el hombre come y descansa sobre una tumba, su amigo excava; sabemos que le pasaron la cuchilla por la mañana y que se trata del cuerpo del Barón Frankenstein, a lo que dice el hombre vago: "Nunca había visto un Barón en persona". Abren el ataúd y se encuentran a un cura sin cabeza, el amigo huye, pero el vago se queda, siguen siendo diez marcos.
De repente, entre la oscuridad: "Buenas noches, soy el Barón Frankenstein". Es Frankenstein que aparece en el cementerio con el contrahecho. El hombre muere de un ataque al corazón cayendo en el interior de la fosa cavada por su amigo (ceja de Cushing).
Le entierran como si en verdad fuera el Barón. Ha pasado el tiempo (elipsis sobre la cruz de la tumba). CARLSBRUCK. Tribunal Médico. Discuten sobre un médico, el Dr. Stein que llegó a la ciudad hace tres años y ahora tiene mucho éxito, pero no está inscrito en el colegio de médicos. Deciden enviar una delegación de tres miembros con el objeto de persuadirle, pero deben pedir cita antes.
Sala de espera, gran cantidad de mujeres parloteando. El Dr. coge una flor y se la pone en la solapa, ¡es Frankenstein!
Entran dos pacientes: la condesa Barscynska (Margery Cresley) y su hija Vera (Anna Walmsley); la madre pide que la examine, mientras la joven se desnuda. Al hablar de dinero, la condesa menciona que el Dr. Stein subvenciona el hospital de los pobres. A la hija no le pasa nada, pero lo que quiere la condesa es casar a su hija, con el Dr. Stein, por supuesto. Le dice que pronto dará un concierto en su casa.
Para escuchar mejor el corazón de Vera, utiliza un aparato que aumenta el sonido (por primera vez). Pero al final acaba utilizando el oido, pero Stein mira la hora, parece impaciente por acabar.
Un rato más tarde en el hospital de los pobres, el celador comunica a Stein que tres hombres le esperan; pues que esperen en la sala con los pobres. Vemos una sala atestada de pobres, borrachos, lisiados... la basura de la sociedad. La delegación entra en la pestilente sala.
El Dr. Stein llega a la sala, y mientras atiende a los pacientes habla con la delegación. A un carterista le tiene que amputar el brazo derecho. Stein rehusa el ofrecimiento de pertenecer al colegio ya que cuando llegó a la ciudad, el colegio de médicos ejerció gran resistencia a que ejerciera su oficio.
Después de amputar el brazo al carterista, Stein dice al ayudante que prepare el paquete para el mensajero, y este le dice que tiene su cena preparada. Se dispone a cenar. Vemos al fondo de la sala, en la oscuridad, a una de las tres personas de la delegación, el más joven (Francis Matthews). Stein no le ha visto; se lava las manos, se quita el mandil y trincha el pollo.
"Una disección magistral" interrumpe el intruso. El intruso, Hans Kleve, reconoce a Stein, de antes, hace tres años en Ingestock en el funeral del profesor Burstein, era su profesor cuando murió.
Mientras Stein come, Hans intenta sonsacar su verdadera identidad. Porque Hans busca el conocimiento. Finalmente Frankenstein confiesa y llegan a un acuerdo: Hans ayudará a Victor en sus experimentos a cambio de su silencio.
Van al laboratorio de Frankenstein, alguien les espera en el laboratorio, es Karl el contrahecho. Hay muchos extraños instrumentos y un chimpancé en una jaula, Otto. Karl recogió el paquete: el brazo del carterista.
Frankenstein muestra a Hans lo más cercano al cerebro humano: el cerebro, la mano y los ojos. Los ojos miran al fuego, pero al acercar el fuego a la mano, el cerebro a través de los nervios manda a la mano retirarse del fuego. Toda esa parafernalia, junto con la energía necesaria para darle vida, es lo más parecido a un cerebro que ha conseguido Frankenstein. Hans queda impresionado.
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